-Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical .-
Definimos “pandemia” como la propagación mundial de una enfermedad, se desliza por el mundo y la mayoría de las personas no tienen inmunidad contra ella. El fin principal es erradicarla por medio de una vacuna como ocurrió con la viruela. En el VIH tras una propagación rápida y una concienciación de hábitos sexuales sin riesgo de transmisión, o dando disponibilidad de inyecciones seguras a drogodependientes…ha ayudado a que disminuyan los contagios… El COVID-19, nuestra pandemia sanitaria actual más lesiva, está matando e infectando a millones de personas en el mundo y laboratorios de muchos países buscan con desesperación una vacuna que ayude a erradicarlo.
Las desigualdades y violencias contra las mujeres son una pandemia desde tiempos inmemorables, en la que su vacuna es social y no se necesitan grandes cantidades de dinero para invertir en ella. Los comportamientos sociales están predeterminados por ideologías ocultas que son difíciles de detectar, creencias que aparentemente no están relacionadas, pero interaccionan involuntariamente. Parece paradójico, pero podemos criticar una conducta machista y continuar en un sistema que la reproduce. El sistema patriarcal es amplio y en ocasiones sutil, difícil de detectar en algunos casos, pero impregna nuestro día a día y en ocasiones, de tal manera, que es difícil percibir el poso machista en algunas sociedades que se autodefinen igualitarias, como la nuestra.
Es curioso que cuando hablamos de países con políticas importantes en igualdad de género encontramos en tercer lugar a Finlandia detrás de Islandia y Noruega. Pues bien, es el primer país europeo con mayor nivel de violencia de género: en países como Finlandia el nivel de violencia de género está en torno al 47%, dato alarmante sobre todo si se compara con los datos de España de un 22%, pero realmente, ¿son estos países de Europa los que tienen mayor violencia de género? No es así, sino que las mujeres, amparadas por leyes reales que las protegen de verdad, dan el paso a la denuncia mucho más seguras y sabiendo que las Administraciones las amparan. Esto nos demuestra que las leyes en igualdad son necesarias y solo se pueden desarrollar con éxito en una sociedad que experimente cambios profundos que comienzan en la familia, y continúan en las escuelas y medios de comunicación escritos y audiovisuales. Es evidente que los modelos de “masculinidad”, a pesar de lo que nos dicen, no han cambiado nada. Es importante y necesario que comprendamos, analizando este gran problema, que lejos de menguar se va perpetuando en el tiempo.
Si nos centramos en España, encontramos que en las estadísticas que estudian las políticas en igualdad se la califica con buena nota, pero, paradójicamente, son pocos los avances reales que encontramos en materia de igualdad en los últimos años. Las mujeres continúan realizando de media más tareas domésticas comparadas con las de sus compañeros hombres, a pesar de que las mujeres cada vez están más insertadas en el mundo laboral. También encontramos una brecha de género en la vida pública y política a pesar de la legislación que existe de equilibrio de género en las listas electorales. España no avanzará en la lucha contra las violencias machistas si no llega a concienciar a su sociedad de que estas son un problema público estructural. En general Europa “avanza lenta en igualdad”, denuncia el Instituto Europeo de Igualdad de Género. Su directora, Virginija Langbakk, señala que “vamos por buen camino pero nos queda mucho”.
Si nos planteamos: ¿por qué no desaparece el machismo? Podemos encontrar la respuesta si encontramos a quienes se benefician de esto en un sistema patriarcal y capitalista.
Es un sinsentido que en pleno siglo XXI sigamos explicando y justificando lo que significa “feminismo”: es la herramienta que lucha contra las desigualdades que sufrimos las mujeres e indaga en sus causas y sus soluciones para alcanzar una sociedad más igualitaria. Es lo que cada 8 de marzo las mujeres queremos hacer ver en las calles año tras año, además de reclamar nuestra libertad sexual, seguridad e integridad física. Lucha que no ve un fin, porque estamos “muy hartas” de que no solo no veamos la igualdad real, ni la integridad física, ni el respeto que nos merecemos como personas… sino que todos los años hay motivos para salir a las calles a mostrar nuestra indignación por nuestras compañeras que sufren violencias machistas en cualquiera de sus manifestaciones, por las que ya no están, porque han sido víctimas de una sociedad patriarcal.
Es una epidemia omnipresente en todos los estratos sociales y desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical apostamos por “una vacuna eficiente”, que consiste en trabajar la coeducación que forma en valores igualitarios y aporta una ruptura con los valores tradicionales, evitando un discurso paternal que nos dice que las mujeres “debemos ser fuertes”, por supuesto que lo somos, pero no tenemos que demostrar nada. Lo que necesitamos es que la sociedad se convierta en realidad en una “igualdad real de género y libre de violencias machistas”, no solo de palabra.
Este 8M, de una manera u otra, seguiremos en la lucha y alzaremos nuestra voz y nuestro puño por nuestras reivindicaciones y por las compañeras que no están, por las que han sufrido agresiones machistas, por las que las están sufriendo… ¡¡por TODAS!! Ahí estaremos la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical.
Contra el machismo luchemos por una vacuna efectiva que pare el contagio y la propagación de este virus